
Hoy voy a hablarte de un señor que se llamaba Thomas Gold. Este científico trabajó desde su juventud con los entonces «ultramodernos» sistemas de radar de la época, más tarde en astrofísica, luego en el observatorio de Greenwich, también en la Universidad de Harvard y finalmente en la de Cornell donde realizó diversos estudios en investigación espacial y radiofísica, haciéndose cargo del departamento de astronomía hasta su muerte, ocurrida en 2004 a la edad de 84 años.
Entre otras cosas realizó multitud de estudios e investigaciones sobre cosmología y campos magnéticos, donde era considerado un experto (por ejemplo, el fue el que acuñó el término magnetosfera). Quiero decir que este investigador no era una persona cualquiera, si no que era un reputado científico muy valorado por sus aportaciones y descubrimientos en los diversos campos donde estuvo trabajando.
El motivo de que hoy escriba sobre Thomas Gold, es que su mayor descubrimiento es también paradójicamente el menos conocido de todos: Él afirmaba que el petróleo no tenía origen vegetal ni animal (orgánico), si no que provenía del interior de la tierra y era creado como consecuencia de las presiones y rozamientos a los que se veían sometidos los diversos minerales del interior. De hecho afirmaba que todos los planetas tienen petróleo, puesto que es la base de su creación. A raíz de sus investigaciones, desarrolló una teoría que explicaba el origen del petróleo, a la que llamó «Origen abiótico del petróleo».
En cuanto estuve leyendo sus investigaciones y descubrimientos me quedé anodadado: ¡Yo siempre me creí la historia de que el petróleo era de origen orgánico! Por lo tanto también me creí que las reservas de crudo, carbón y gas eran muy limitadas en todo el mundo. Pues bien, hace décadas que cientos de científicos rechazan el origen fósil del petróleo. Repito la unidad temporal: Décadas. Y no es hasta el 2011 cuando me entero de que me han estado engañando desde la infancia (y lo siguen haciendo hoy día).