El título viene que ni pintado. Hoy voy a aprovechar este espacio para exponer las razones que me han llevado a tomar la decisión de cambiar de vehículo.
Si, es cierto que mi política de vida actual suele ser contraria a lo que acabo de escribir (cambiar de vehículo). Me explico: No estoy de acuerdo con la política que se lleva en otros países como Alemania, donde es costumbre cambiar de coche cada 3 ó 4 años. Los coches pueden durar mucho más que eso, al fin y al cabo estamos en el siglo XXI. La sociedad actual nos empuja de todas las formas posibles a consumir sin ningún tipo de control, no solo coches: Ordenadores, electrodomésticos, alimentos o teléfonos móviles son solo algunos ejemplos que probablemente tengas recientes en tu mente. Y además nos «abrasan» con productos fabricados con obsolescencia programada.
Por lo tanto creo firmemente que ese tipo de consumismo salvaje es una opción terriblemente negativa para toda la humanidad y procuro predicar con mi ejemplo consumiendo únicamente cosas que voy a necesitar.
Lo que ocurre es que en ocasiones el flujo universal que nos envuelve a todos establece que las cosas tienen que ocurrir de determinada manera, y cuando eso pasa únicamente puedes luchar contra corriente o adaptarte a los cambios. Al igual que decía Bruce Lee y muchos otros seres humanos que legaron a la misma conclusión, pienso que lo mejor es la segunda opción: Adaptación.
Por eso, a pesar de no estar de acuerdo con el tema de cambiar de coche cada poco tiempo, he decidido ir en contra de mis propios principios y adaptarme a las suaves sugerencias del flujo universal.
A continuación voy a definir el término «suave sugerencia«:
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Por lo tanto, en vista de este sutil mensaje recibido, indicándome que cambie de vehículo, voy a seguir la sugerencia. Cuando tu coche queda destrozado por un accidente como me pasó a mi el 1 de abril, puedes tomar varios caminos (o manera de ver las cosas):